domingo, 1 de febrero de 2009

Un mundo de contradicciones

23.01.09

UN MUNDO DE CONTRADICCIONES


Como reza el título, este mundo nuestro es una pura contradicción. Y las contradicciones se muestran al modo de quién las expone. Hay, sin embargo, autores creativos que tratan de referir un término medio, que nunca está de más, bien para no alarmar, bien porque podría ser más perfecto políticamente.

Estoy refiriéndome al último film de Laurente Cantet, autor, guionista y protagonista de “La Clase”, premiada con la Palma de Oro en Cannes-2008 y propuesta para diversos Oscar en Holliwood.

Pretende, en la película, redimir el comportamiento de los jóvenes escolares quinceañeros de un colegio suburbial francés de enseñanza pública de nivel medio, en general descarados y sin signo alguno del conocimiento de las más básicas normas de urbanidad, frente a la opinión de los profesores y de los directivos del colegio, como sujetos conscientes del acontecer diario en las aulas, avalados a veces por el entorno social mas no siempre respaldados por los padres de los alumnos.

Es cierto que no todos los alumnos de la enseñanza media pública podrían catalogarse como vándalos o agentes detractores de la disciplina ni como enemigos de la formación académica reglada y respetuosa; porque hay algunos que son más perspicaces, responsables y sutiles, así como también, en cada aula, suele haber un grupo minoritario, desgraciadamente muy diluido en el entorno, que pueden calificarse de más inteligentes y consecuentes con su papel de estudiantes, que reconocen el esfuerzo que por ellos está haciendo el colectivo de profesores, su familia y el propio estado, para que su escolarización sea productiva y adecuada su formación, con el fin de intentar ofrecerles un mañana más seguro y mejor que, al fin, dependerá, sin duda, de su adiestramiento, de su cultura y de su proyección hacia ese futuro no tan lejano, pues su salto al mundo laboral está a las puertas, teniendo en cuenta sus edades.

Por eso cierto que no se puede demonizar a todos, y que la escuela pública no es el Apocalipsis, que no todo lo público es malo y negativo. Por tanto, ¿a qué viene entonces, la polémica que se ha suscitado en Francia a causa del contenido del film, pues hay un sector social que se muestra radicalmente en contra de las opiniones del maestro, de su manera de enseñar y su modo tolerante de aceptar los desmanes del alumnado, y otro en contra del comportamiento del alumnado, su desinterés por aprender y su adaptación selectiva a lo más básico y menos exigente de la enseñanza, que impide a los profesores cumplir con los programas previstos para el curso académico? ¿A quién hay que culpar, pues, de lo que se expone, teniendo en cuenta las circunstancias que el film quiere reflejar, en un ambiente social medio-bajo, multirracial, pluricultural, liberal y universal desde el punto religioso y de género? ¿Cuál es la raíz de esa batalla dialéctica entre profesores, padres, alumnos y sociedad? ¿Por qué el film tiene tantos panegiristas y tantos detractores? ¿Es tan importante como para ser propuesta la película a los premios Oscar en tan diversos aspectos?

Y, lo más importante para nosotros: ¿se pueden extrapolar a nuestro país, a nuestro entorno, como sufridor paciente desde la instauración de la democracia, las mismas o similares circunstancias? Yo creo que sí, que son extrapolables, y debieran servirnos de ejemplo para meditar sobre ellas, pues están vigentes en nuestra sociedad, en nuestras familias y en nuestros centros de enseñanza.

Baste con algunos ejemplos.

Dice A.S./AGN (A Peneira, 2ª quincena, Xaneiro do 2009, pag. 25), que el 93 % de la conflictividad escolar se concentra en la ESO (Enseñanza Secundaria Obligatoria, donde se agrupa el 33,39 % del alumnado no universitario): el pasado curso escolar 2007-08, en los colegios gallegos, se cerró con una media de un expediente disciplinario por cada 282 alumnos; fueron expedientados el 92,96 %. Fueron 497 en la provincia de La Coruña o, lo que es lo mismo, que de los 1009 registrados en Galicia, resultan ser el 49,2 % del total.

En D7 – Los domingos de ABC – Actualidad, pag. 12-14, Virginia Ródenas publica un artículo que titula: “Maleducados. La tiranía de los sin límites”, y subtitula: “Arrumbada la autoridad, instalado el presentismo y borrados los límites, una generación de maleducados que no conoce el sacrificio ni el esfuerzo amenaza con dilapidar la paz social y pulverizar el progreso. Y, descuide, no son bárbaros invasores: los hemos criado: son nuestros hijos”. El contenido del trabajo no tiene desperdicio, pues valora las diferentes variedades de mal comportamiento del alumno hacia al profesor, demuestra la carencia de respeto a la docencia y a los principios básicos de las relaciones sociales, y hace una recogida importante de documentación al respecto. Inicia su reportaje con una cita interesante, de E. Kant: “Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él”. De las otras variadas citas de profesionales de la circunscripción educativa y reflexiones que al respecto hace, recojo sólo algunas. La profesora Blanca Muñoz, de la Universidad Carlos III, experta en comunicación de bases, autora de “La cultura global” (Edit.Pearson), dice: “La característica principal de los jóvenes actuales es el hecho de estar señalados por el gravísimo proceso de deseducación que desde finales del siglo XX está marcando a las sociedades europeas. El rebajamiento de los sistemas educativos (se pierden los conocimientos a velocidad de vértigo como, por ejemplo, las lenguas clásicas, la Literatura nacional y universal, la Historia y, en general, todo aquello que posibilitaba el análisis de las causas de los fenómenos) y su sustitución por una simple formación técnica y pseudo cultural ha hecho aparecer un fenómeno que cada vez resulta más alarmante: la confusión entre realidad y ficción. Ha surgido lo que algunos sociólogos llaman “la juventud redmediática”; es decir jóvenes que consumen sobre todo productos imaginarios y simbólicos… Es la infantilización de la sociedad”. El prestigioso pediatra francés Aldo Nouri, autor de “Educar a nuestros hijos, una tarea urgente” (Taurus), dice: “La situación es muy grave. Educar es frustrar y, sin embargo, la actitud que se fomenta hoy es la de consentir. Hemos educado demócratas y tenemos dictadores”. En el informe anual el Defensor del Profesor, respecto a la mayor parte de los problemas que se dan en la ESO (refiriéndose a los chicos de 12 a 16 años, si no son repetidores), dice: “Existe una situación generalizada de falta de atención, desinterés, esfuerzo nulo, ausencia de claridad respecto a sus objetivos, tanto en sus estudios como en su vida. La cultura del esfuerzo, la autodisciplina, el sacrificio y el trabajo bien hecho no significan nada para ellos. Buscan la gratificación inmediata y los logros fáciles. Su filosofía es “lo quiero y lo quiero ya”. En la investigación llevada a cabo por el profesor Fernando Gil Villa, del Departamento de Sociología de la Universidad de Salamanca, titulada “Juventud a la deriva”, dice que “el 23% de los jóvenes españoles entre 14 y 18 años admite haber cometido actos vandálicos, un 38% participado en peleas, un 30% haber conducido sin carné, el 60% bebido alcohol habitualmente en fines de semana, el 28% consumido marihuana o hachís y el 4,4% cocaína”. El Programa Daphne dice que “en cuatro años se han multiplicado por siete en España las denuncias de agresiones de hijos a padres”. La abogada Carmen Bafalgón, directora de la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (Comunidad de Madrid), explica que “estos niños no son hijos de la marginalidad sino de familias de clase media-alta, “niños de la llave” (que cuando llegan a casa están solos)”. La autora también habla de perversiones. Una perversión es que la Ley del Menor permite salir sin antecedentes penales a los chicos y chicas que cumplen medidas judiciales en el medio abierto, al igual que pasa con los maltratadores/as. Otra perversión ha sido aconsejada por la propia Fiscalía General del Estado, para quien delito de atentado contra la autoridad es sólo la agresión grave contra un maestro público (funcionario), pero no incluye a los de la educación privada o concertada. Al respecto, la psicóloga Inmaculada Suárez Valdés, Defensora del Profesor, considera que la figura del profesor “ya besa la lona” en cuanto que “a las agresiones que sufre día a día (el 8% de las denuncias recibidas), que van desde golpearle, empujarle en aulas o pasillos, propinarle patadas, escupirle, arrojarle piedras en la calle hasta agarrarle por el cuello, intimidarlo fuera del centro escolar rodeándolo con un grupo de amigos, lanzarle todo tipo de objetos (tizas, papeles, mesas…) en clase, perseguirlo…”; y añade que “…los padres no ponen límites, pero tampoco permiten que los ponga la escuela. Se ha despojado al profesor de toda la autoridad y se le ha puesto en el mismo plano que el alumno… Cuando surge un conflicto entre profesor y alumno, al que se cree es al alumno, la palabra del maestro queda en segundo plano y eso no sólo sucede ante los padres, ocurre con la dirección del centro, que no quiere conflictos y prefiere mirar para otra parte, y con la administración educativa… Cuando un profesor llama la atención a un alumno, es éste el que amenaza al maestro con llevarle a la dirección del centro o echarle. El profesor, despojado de autoridad, está en tal indefensión que es incapaz de llevar a cabo la labor educativa… Entre lo padres… hay una generalización de pensamiento de que a mi hijo no le toca nadie, de que yo pongo los límites, que no ponen, y disculpan su falta de dedicación dándoles todo”. El autor de “La voz de los adolescentes” (Edit. PPC) dice, respecto a los padres que tienen hijos en edad adolescente, que “Se necesita un cambio de actitud, de educación, y eso durará toda una generación porque este desaguisado que se arrastra desde la Transición, cuando recién salidos de un período dictatorial se aplicó en España el prohibido prohibir, no se arregla de la noche a la mañana. En los centros hay profesores desbordados, que no pueden impartir conocimientos, porque su tarea principal es que se haga el silencio y reine la paz en el aula. Estamos ante chicos que no están acostumbrados al silencio, que le tienen miedo, porque nadie les ha educado en ello, a estar tranquilos leyendo o viendo lo que sea en un clima de serenidad. A eso añadimos el cambio brutal de las familias españolas, donde la mujer ha salido del hogar sin que el hombre haya entrado y que no hemos resuelto pagando debidamente el trabajo en casa. Todo eso hace que las nuevas generaciones crezcan sin unos hábitos de respeto a unos límites, a unas normas de comportamiento, a saber aguantarse, y que los padres cuando llegan a casa por la noche muy cansados no quieran follón y acepten lo que sea. Hemos creado un sistema en el que el rey es el dinero”. Félix Elbaile, pedagogo, cuyo blog es elblogdelpedagog.blogspot.com, dice en la Red: “Hay que retomar el castigo reparador, que es bueno y forma parte de la vida, una herramienta importante para corregir. ¿Una receta de urgencia? Disciplina, coherencia, que lo que digamos lo hagamos incluidos los políticos y poner límites. No estará todo arreglado, pero será bastante. Eso sí, hagámoslo ya”.

Insisto en que pienso que vivimos en un país contradictorio, en el que los políticos parecen habitar en un mundo marginal, que no es el nuestro, mundo de hadas y de ensueños donde la realidad y la fantasía realmente sí se confunden, y pretenden hacernos ver esa irrealidad como auténtica y convencernos para que comulguemos con ruedas de molino; vuelven la espalda a los criterios profesionalizados, recogidos en trabajos de campo, no en despachos a puerta cerrada, y dan preferencia a lo verificado en sus oficinas ministeriales y autonómicas, adonde el individuo de calle y/o profesional del ramo no llega, si es que llega, si no es a través de multitud de agentes intermediarios funcionarizados a dedo y acólitos del régimen dominante, que todo lo frenan y ahogan, restando importancia a lo trascendente, demorando su atención preferente, dando salida a lo banal y propagandístico, cortinas de humo para no afrontar lo real y despistar el seguimiento de los problemas fundamentales y trascendentes. Si no, ¿cómo puede entenderse el optimismo de la ministra Aído? ¿a qué puede referirse cuando habla? ¿no se referirá a otro asunto ajeno a la enseñanza en este país, cuando presumiblemente es de la enseñanza de lo que dice estar hablando? ¿realmente sabrá lo que dice, o tendrá asesores que la traicionan y la tiran al vacío, sin paracaídas y sin casco? ¿Tendrá mercenarios inmiscuidos en su gabinete, que simultáneamente la adulan y traicionan, sin escrúpulos?... Me refiero a la alusión que la misma Virginia Ródenas hace en su artículo, arriba mencionado, en el que califica al gobierno como irresponsable, cuando habla acerca del Informe Juventud en España 2008 presentado por la ministra, en el que refiere que los españoles entre 15 y 29 años son más participativos, sinceros, con más trabajo, más estable y satisfactorio, y que han adelantado la edad de las grandes decisiones…, y que un 36% son partidarios de la pena capital… ¡Santo Dios!, ¡vivir para ver!, ¿puede haber más incoherencia?.

A la vista de estas circunstancias sería interesante conocer, estadísticamente, la opinión de los propios alumnos. ¿Alguien se atrevería a sumergirse en tamaño despropósito? ¿Cuál será su visión de lo que están haciendo, si es que esa gran mayoría de la que estamos hablando tiene realmente alguna ilusión por un mañana mejor? ¿Serán conscientes del erróneo futuro que se están labrando a machamartillo? ¿No serán capaces de darse cuenta de que, cuando entren en el mundo competitivo que les aguarda, cualquier otro medianamente formado les ocupará su espacio laboral, absorberá su propio condumio y el de su familia, en caso de que lleguen a tener la oportunidad de constituirla y quieran independizarse, convirtiéndolos en los hijos eternamente subsidiarios de sus padres?

Y, más importante, todavía, ¿qué piensan al respecto los alumnos verdaderamente estudiosos y los que tienen interés por progresar, merced a su capacidad, aquellos que desean un porvenir halagüeño, al ver que no pueden progresar, que no pueden ir al ritmo necesario para cumplir el programa, dentro del curso académico, porque tienen que marchar al ritmo de la mayoría apática, viéndose necesariamente obligados a bracear en un mar tan espeso y mezquino? ¿Cómo podrán justificarse ante sí mismos, ante sus padres y ante la sociedad, en el futuro inmediato? ¿No se preguntarán qué es lo que están haciendo actualmente con ellos, a qué perversión institucionalizada se les está sometiendo? ¿No serán conscientes de que el siguiente paso será la universidad, pues el país les necesita con la mayor formación posible para competir con Europa, para equipararse al resto del mundo? ¡Ay del que sea capaz de pensar!

Porque ahora estamos en la época del nuevo cambio, cambio que quiere ser radical en la universidad española y que los políticos españoles de turno debieran haber previsto y valorado concienzudamente hace muchos años, y no empantanarse en tales planes mediocres como los que han ido elaborando para la enseñanza en España, que tanto nos han hecho sufrir por jugar al desconcierto y a la inestabilidad. Me refiero al “Plan Bolonia”. Aparte de otros varios factores positivos, al parecer, que proponen, como el abandono de las lecciones magistrales, la apertura a la investigación individual, el acuerdo con el mundo empresarial, etc., en él se concede más voz a los alumnos, se les quiere hacer más participativos, pero al profesorado, sin embargo, no se le ha formado para impartir este tipo peculiar de docencia; entonces, ¿cómo podrá ser una clase en la que los alumnos tendrán más voz, mas no sabrán cómo expresar sus razonamientos porque apenas pueden elaborar oraciones y discursos banales, por no haberse permitido que se les adiestrase, y en la que los profesores han de tener que tolerar, humildemente, las numerosas preguntas que algunos traerán preparadas para dejar a los maestros en evidencia utilizando la zancadilla cultural?¿No se prevé que éste es un tipo de agresión que posiblemente esté penado? ¡Tierra, trágame!, dirán los docentes, cuyos recursos y refugio serán las bajas reiteradas o recursos similares para protegerse y no ver dañada su dignidad; ¡A por ellos, que no tienen idea, que ya no nos pueden dominar, pues somos impunes, e Internet nos lo muestra todo, para qué queremos a los maestros!, gritarán los alumnos. Así, estaremos ante una debacle, la siguiente al capítulo de la actual, de la que cada día está siendo más difícil resarcirse.

¿No será que los psicopedagogos asesores se han saltado algunos capítulos del programa y dan por hecho que todo el mundo docente nació aprendido y está fraguado a base de supermanes y superwomen, que no son humanos? ¿no será que desde los despachos están jugando a ver qué ocurre con esos sufridos peones dedicados a intentar dar clases, sin considerar sus méritos, su absurda formación previa y coercitiva (por muchos cursillos obligatorios que hayan hecho, muchos de los cuales nada suelen tener que ver con su actividad real, y que tanto les ha costado pagar para conseguir los diplomas de asistencia, sacrificando su vida personal y familiar), inmolándoles colectivamente, para que unos se retiren, otros abandonen temporalmente y otros ni se planteen pisar el mundo de la enseñanza aún siendo vocacionales? ¿O no será que es más fácil adoctrinar a los ignorantes y a los mediocres, sin considerar que esto es una ofensa a la totalidad del cuerpo, pues en este colectivo hay y habrá profesionales muy íntegros y competentes, que tal vez sean los más incómodos y difíciles de adaptar al sistema experimental que se inaugura, y a los que se pretende ningunear para que se autoexcluyan? ¿No se estará abriendo el camino a una prole de adictos al régimen, adoctrinados, no conflictivos, que conocen los medios informáticos pero carecen de cultura? ¿Qué se esconde debajo de tan taimado proyecto? ¿Por qué no se concede un tiempo para que la dotación de profesionales honrados y cumplidores se forme específicamente antes de lanzarle al piélago agresivo sin haberles enseñado antes a nadar correctamente y a practicar técnicas de recuperación urgente?¿Se ha diseñado un presupuesto específico para llevarlo a cabo?¿Se ha instituido un sistema de becas suficiente, que se presume habrán de ser cuantiosas, pues no está al alcance de cualquier familia el poder pagar un máster a sus hijos para que puedan licenciarse, ni al del bolsillo del docente medio para que pueda seguir estando a la altura del cambio?¿Está previsto facilitar préstamos bancarios en buenas condiciones para poder sufragar esos y otros gastos que se necesitan para poder realizar los estudios pertinentes: estancias fuera de su ciudad, material escolar, aprendizaje y conocimiento de idiomas…?. Y, lo más serio, para mi: ¿es, en realidad, este nuevo procedimiento europeo/americano el más correcto, así, tan violentamente implantado en España, país que ha seguido una tradición universitaria de la que toda Europa se ha beneficiado y que no ha experimentado, todavía, las nuevas tendencias tecnológicas en los ámbitos docentes medio y superior?¿Es, en realidad, consecuente prescindir de la formación cultural para sumirse en la súper especialización tecnológica, sin más preámbulos? Me resulta muy difícil entender que una casa se pueda construir sin cimientos sólidos y sin una cubierta adecuada para que resista el embate de los elementos.

Los fallos que se cometen en este país están siendo siempre los mismos, y sin propósito de enmienda, aunque se utilicen remedios parcheadores cuando a algún político brillante se le ocurre la conveniencia de actualizar o modernizar las ideas vigentes hasta su entrada en el poder, sin ser capaz de prever las consecuencias de su decisión cuando él y su grupo hayan de dejar la poltrona: personal desinformado, medios físicos limitados en las aulas y en los centros, carencia de personal auxiliar de apoyo, proyectos que se ejecutan sin contrastar, falta de criterios para mantener una disciplina imprescindible en las aulas, mínimo respeto al colectivo de docentes, carencia de protección legal y de respaldo y cobertura de las responsabilidades profesionales, ausencia de reconocimiento por la labor desarrollada, ignorancia ante los hechos que quebrantan diariamente la autoestima, olvido de los daños por mobbing, falta de potenciación del desarrollo profesional, ausencia de ayudas para formación en el extranjero…

Un aspecto fundamental es la inadecuada y sesgada información que se les presta a las familias de los alumnos, pues no es suficiente con mostrarles las calificaciones periódicamente y exhibirles buena cara, sin haberles referido las cuestiones de conducta de sus hijos en el centro, las favorables y las desfavorables, tan graves algunas de ellas, para que los padres tengan la oportunidad de discernir lo adecuado o inadecuado de la enseñanza que se imparte y la calidad de los conocimientos que están adquiriendo sus hijos, cuáles son las causas de las deficiencias ostensibles, cuando las detecten, y aprender a desconfiar de la deshonestidad que supone que un profesor, para evitar críticas a su labor y adquirir trabajo adicional que le limite o desajuste sus vacaciones, y así eludir el verse obligado a tener que repetir evaluaciones, califique con la nota necesaria para aprobar a toda una clase y no manifieste comentarios sobre el comportamiento del alumnado, dándolo colectivamente como bueno y ajustado a ley.

Otro aspecto no menos trascendental es la pasividad de los profesores que, conscientes de los problemas y conocedores de las irregularidades cometidas por algunos compañeros, son incapaces de denunciarles, aunque insistan, éticamente hablando, que para ellos lo más importante es el alumnado y su entrega a su labor profesional. A la hipocresía y a la injusticia se le sigue llamando colectivismo, desgraciadamente.

Otro factor es la sospechosa incapacidad deontológica de los cargos directivos para renunciar a sus puestos, poniendo de manifiesto las razones de su decisión, ante el trance de ser incapaces de mejorar las circunstancias que hasta ahora hemos ido describiendo, y muchas más que van más allá de las posibilidades de este elemental y humilde escrito, pero que ellos conocen ampliamente. Parece ser que los sillones cómodos y los despachos cálidos llegan a hacerse pegadizos cuando se les utiliza como trampolín para los ascensos y los cambios de destino, caiga quién caiga, aunque sean la juventud del centro la que se quedan en el camino. ¡Qué pena!, ¡qué bochornoso!

¿Y qué decir de los alumnos por naturaleza más desfavorecidos? Me refiero a los muchachos con minusvalías y discapacidades, sobre todo intelectuales. Se les equiparara, por ley, a los alumnos sanos. Todos, y el sistema, son sabedores de las graves limitaciones que estos chicos sufren, del sacrificio de sus familias, y el tremendo esfuerzo que les supone seguir, al profesor y al alumno afecto, el ritmo de un programa docente, diseñado pensando en los demás alumnos sanos, pero ofreciéndoles a ellos las llamadas adaptaciones curriculares, que no dejan de ser procedimientos discriminatorios, cuando tienen todo el derecho, como ciudadanos, a recibir una docencia ajustada a sus particulares condiciones, con profesores especialmente formados y en régimen de dedicación plena para ellos, y medios escolares adaptados específicamente. Se intenta obviar esa objeción con la a todas luces insuficiente ayuda y colaboración de los equipos psicopedagógicos o de apoyo específicamente creados para ese propósito, pero que no prestan la cobertura necesaria. ¿Qué ofrecen realmente estos equipos?, ¿es suficiente con lo que ofertan al alumno en la actualidad, de verdad?, ¿han sido estos alumnos debidamente valorados antes de someterles al aula habitual?, ¿quién controla y regula a dichos equipos?, ¿se puede demostrar su eficiencia de modo que se les pueda evaluar a ellos en función de los progresos de estos pupilos?, ¿cuáles son sus horarios en los centros?, ¿cuántas horas dedican a la orientación de los alumnos que les han sido designados? ¿escuchan, acaso, los comentarios y proposiciones de los profesores, que son, a la postre, los que consideran al alumno cada día, para actuar en consecuencia?, ¿ante quién rinden los objetivos que se marcaron al principio de cada curso?, ¿son los padres informados justa y puntualmente de modo inteligible?, ¿existen dichos equipos en cada centro que les necesita?... Hoy por hoy, son los equipos de trabajo, tal vez, más misteriosos y desconocidos que existen en el terreno de la enseñanza.

Concluyendo: sin pecar de pesimista, estoy convencido de que ya fluctúa en el aire viciado mucho de la dejadez y desesperanza que a ningún buen puerto puede conducir y, si alguno se atisbase en el horizonte, seguro que será muy difícil la arribada, por causa de las corrientes anárquicas que cierran la bocana, y casi imposible el atraque sereno por haber sido menoscabadas las bitas.

Quiero ser objetivo, sin embargo, y no pierdo la ilusión en esa juventud selecta que, aunque ahogada por las circunstancias que ella no creó, pero que ha de sufrir y soportar, sepa sobresalir, aprender y hacer siembra para que la ciencia siga destacando sobre las meras habilidades y nuestro país progrese y siga siendo respetado en todo el orbe, como lo ha sido hasta hace pocos años.

Que la suerte nos acompañe para que a las sucesivas generaciones, las de nuestros hijos y nuestros nietos, se les ofrezca o encuentren y sigan el itinerario correcto y se fortalezcan prosperando, en beneficio del futuro y del bienestar de todos.



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